martes, 21 de octubre de 2008

El país de las bravuconadas

Hoy es el turno de Macri & asociados y los docentes. Pero esta es una historia sin fin en la que el ciudadano común siempre es el pato de una boda a la que nunca se lo invita a participar en un rol que no sea el de simple espectador.

Y rehén.

Sí. Los ciudadanos no corporacionizados –me arrogo el derecho de crear esa palabra- bajo una estructura con algo de poder que se pueda ejercer sobre el resto de la sociedad somos rehenes permanentes de pujas ideológicas, luchas partidarias y hasta del demasiado en boga “porque se nos canta, tenemos derecho a protestar y nos cagamos en ustedes”.

Es que se ha hecho costumbre la situación en que un hato de energúmenos –los asista o no la razón- se arroguen el derecho de joderle la vida a los demás protestando por sus propios intereses sin ver más allá de sus ombligos, indignándose porque aquellos a los que joden no se plieguen masivamente a su “lucha”. Lucha, que de más está decir, siempre es contra poderosos intereses que desoyen la necesidad del pueblo que los ya citados bravucones dicen defender.

Y acá no hay ideología que valga. TODOS usan el mismo modus operandi. Y los que tienen ideología de izquierda son denostados por la mayoría de los medios que critican sus métodos. Métodos que son defendidos por esos mismos medios cuando corporaciones de derecha –como la Sociedad Rural- los utilizan en pos de sus grandes intereses nacionales -¿el apoyo a los gobiernos de facto de la SRA también defendía grandes intereses nacionales o sólo eran grandes intereses?-

En fin, todos acomodan el discurso para su conveniencia, pero los olvidados de siempre siguen en la pobreza, no tienen dónde atenderse en salud o el nivel educativo sigue allá abajo. Nobleza obliga: hay referentes sociales, ligados casi siempre a ONGs, médic@s y enfermer@s y docentes con huevos y ovarios del tamaño de la ex-piedra movediza de Tandil que hacen que las cosas para los necesitados sean al menos un poco menos difícil. No es en contra de ellos ni de sus derechos que se escriben estas líneas. Es a favor de hacer de verdad una sociedad basada en el respeto al semejante por sobre todas las cosas.

Porque estamos en un punto en el que si los –para mí muy queridos- trabajadores del ANSES deciden arrogarse los mismos derechos que docentes, piqueteros, ruralistas, camioneros y demás corporativizados “duros” tendrían vía libre para pedir un aumento de sueldo amenazando no emitir el pago de más de 5 millones de jubilaciones y pensiones, más de 1 millón de planes Jefes de Hogar o similar y las asignaciones familiares que para muchas familias –sobre todo del interior- son la base de su sustento. Y todos los que hoy se golpean el pecho defendiendo el derecho de protestar ¿qué dirían? Porque los argumentos de defensa para esa postura tendrían absolutamente el mismo valor que los de defensa de paros, piquetes y acampes varios.

Lindo dilema ¿no?

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